Kohlberg comparte con Piaget la
creencia en que la moral se desarrolla en cada individuo pasando por una serie
de fases o etapas. Estas etapas son las mismas para todos los seres humanos y
se dan en el mismo orden, creando estructuras que permitirán el paso a etapas
posteriores. Sin embargo, no todas las etapas del desarrollo moral surgen de la
maduración biológica como en Piaget, estando las últimas ligadas a la
interacción con el ambiente. El desarrollo biológico e intelectual es, según
esto, una condición necesaria para el desarrollo moral, pero no suficiente.
además, según Kohlberg, no todos los individuos llegan a alcanzar las etapas
superiores de este desarrollo.
El paso de una etapa a otra se ve en este autor como un proceso de aprendizaje
irreversible en el que se adquieren nuevas estructuras de conocimiento,
valoración y acción. Estas estructuras son solidarias dentro de cada etapa, es
decir, actúan conjuntamente y dependen las unas de la puesta en marcha de las
otras. Kohlberg no encuentra razón para que, una vez puestas en funcionamiento,
dejen de actuar, aunque sí acepta que se produzcan fenómenos de desajuste en
algunos individuos que hayan adquirido las estructuras propias de la etapa de
un modo deficiente. En este caso los restos de estructuras de la etapa anterior
podrían actuar aún, dando la impresión de un retroceso en el desarrollo.
Kohlberg extrajo las definiciones concretas de sus etapas del desarrollo moral
de la investigación que realizó con niños y adolescentes de los suburbios de
Chicago, a quienes presentó diez situaciones posibles en las que se daban
problemas de elección moral entre dos conductas. El análisis del contenido de
las respuestas, el uso de razonamientos y juicios, la referencia o no a principios,
etc. -se analizaron treinta factores diferentes en todos los sujetos- fue la
fuente de la definición de las etapas. Posteriormente, y para demostrar que
estas etapas eran universales, Kohlberg realizó una investigación semejante con
niños de una aldea de Taiwan, traduciendo sus dilemas morales al chino y
adaptándolos un poco a la cultura china.
El desarrollo moral comenzaría con la etapa cero, donde se considera bueno todo
aquello que se quiere y que gusta al individuo por el simple hecho de que se
quiere y de que gusta. Una vez superado este nivel anterior a la moral se
produciría el desarrollo según el esquema que presentamos a continuación.
Nivel
I: moral preconvencional.
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Etapa
1: el castigo y la obediencia (heteronomía).
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El punto de vista propio de esta
etapa es el egocéntrico, no se reconocen los intereses de los otros como
diferentes a los propios. Las acciones se consideran sólo físicamente, no se
consideran las intenciones, y se confunde la perspectiva de la autoridad con
la propia.
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Lo justo es la obediencia ciega a
la norma, evitar los castigos y no causar daños materiales a personas o
cosas.
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Las razones para hacer lo justo son
evitar el castigo y el poder superior de las autoridades.
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Etapa
2: el propósito y el intercambio (individualismo).
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La perspectiva característica de
esta etapa es el individualismo concreto. Se desligan los intereses de la
autoridad y los propios, y se reconoce que todos los individuos tienen
intereses que pueden no coincidir. De esto se deduce que lo justo es relativo,
ya que está ligado a los intereses personales, y que es necesario un
intercambio con los otros para conseguir que los propios intereses se
satisfagan.
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Lo justo en esta etapa es seguir la
norma sólo cuando beneficia a alguien, actuar a favor de los intereses
propios y dejar que los demás lo hagan también.
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La razón para hacer lo justo es
satisfacer las propias necesidades en un mundo en el que se tiene que
reconocer que los demás también tienen sus necesidades e intereses.
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Nivel
II: moral convencional.
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Etapa
3: expectativas, relaciones y conformidad interpersonal (mutualidad).
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La perspectiva de esta etapa
consiste en ponerse en el lugar del otro: es el punto de vista del individuo
en relación con otros individuos. Se destacan los sentimientos, acuerdos y expectativas
compartidas, pero no se llega aún a una generalización del sistema.
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Lo justo es vivir de acuerdo con lo
que las personas cercanas a uno mismo esperan. Esto significa aceptar el
papel de buen hijo, amigo, hermano, etc. Ser bueno significa tener buenos
motivos y preocuparse por los demás, también significa mantener relaciones
mutuas de confianza, lealtad, respeto y gratitud.
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La razón para hacer lo justo es la
necesidad que se siente de ser una buena persona ante sí mismo y ante los
demás, preocuparse por los demás y la consideración de que, si uno se pone en
el lugar del otro, quisiera que los demás se portaran bien.
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Etapa
4: sistema social y conciencia (ley y orden).
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El punto de vista desde el cual el
individuo ejerce su moral se identifica en esta etapa con el del sistema
social que define los papeles individuales y las reglas de comportamiento.
Las relaciones individuales se consideran en función de su lugar en el
sistema social y se es capaz de diferenciar los acuerdos y motivos
interpersonales del punto de vista de la sociedad o del grupo social que se
toma como referencia.
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Lo justo es cumplir los deberes que
previamente se han aceptado ante el grupo. Las leyes deben cumplirse salvo
cuando entran en conflicto con otros deberes sociales establecidos. También
se considera como parte de lo justo la contribución a la sociedad, grupo o
instituciones.
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Las razones para hacer lo que está
bien son mantener el funcionamiento de las instituciones, evitar la
disolución del sistema, cumplir los imperativos de conciencia (obligaciones
aceptadas) y mantener el autorrespeto.
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Nivel
III: moral postconvencional o basada en principios.
Las decisiones morales en este
nivel tienen su origen en el conjunto de principios, derechos y valores que
pueden ser admitidos por todas las personas que componen la sociedad,
entendiéndose ésta como una asociación destinada a organizarse de un modo
justo y beneficioso para todos sin excepción.
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Etapa 5: derechos previos y contrato social (utilidad).
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En esta etapa se parte de una perspectiva
previa a la de la sociedad: la de una persona racional con valores y derechos
anteriores a cualquier pacto o vínculo social. Se integran las diferentes
perspectivas individuales mediante mecanismos formales de acuerdo, contrato,
imparcialidad y procedimiento legal. Se toman en consideración la perspectiva
moral y la jurídica, destacándose sus diferencias y encontrándose difícil
conciliarlas.
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Lo justo consiste en ser consciente
de la diversidad de valores y opiniones y de su origen relativo a las características
propias de cada grupo y cada individuo. Consiste también en respetar las
reglas para asegurar la imparcialidad y el mantenimiento del contrato social.
Se suele considerar una excepción por encima del contrato social el caso de
valores y derechos como la vida y la libertad, que se ven como absolutos y
deben, por tanto, respetarse en cualquier sociedad, incluso a pesar de la
opinión mayoritaria.
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La motivación para hacer lo justo
es la obligación de respetar el pacto social para cumplir y hacer cumplir las
leyes en beneficio propio y de los demás, protegiendo los derechos propios y
los ajenos. La familia, la amistad, la confianza y las obligaciones laborales
se sienten como una parte más de este contrato aceptado libremente. Existe
interés en que las leyes y deberes se basen en el cálculo racional de la
utilidad general, proporcionando el mayor bien para el mayor número de
personas.
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Etapa
6: principios éticos universales (autonomía).
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En esta última etapa se alcanza por
fin una perspectiva propiamente moral de la que se derivan los acuerdos
sociales. Es el punto de vista de la racionalidad, según el cual todo
individuo racional reconocerá el imperativo categórico de tratar a las
personas como lo que son, fines en sí mismas, y no como medios para conseguir
ninguna ventaja individual o social.
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Lo que está bien, lo justo, es
seguir los principios éticos universales que se descubren por el uso de la
razón. Las leyes particulares y acuerdos sociales son válidos porque se basan
en esos principios y, si los violaran o fueran en contra de ellos, deberá
seguirse lo indicado por los principios. Los principios son los principios
universales de la justicia: la igualdad de derechos de los seres humanos y el
respeto a su dignidad de individuos. Éstos no son únicamente valores que se
reconocen, sino que además pueden usarse eficientemente para generar
decisiones concretas.
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La razón para hacer lo justo es
que, racionalmente, se ve la validez de los principios y se llega a un
compromiso con ellos. Este es el motivo de que se hable de autonomía moral en
esta etapa.
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